Cosas del destino
Con audacia, Daniel trazó una gran estrategia para sobrevivir en aquel muladar, pero debía morir primero. ¿Morir para sobrevivir? Era la única forma en la que, creía, se abría la esperanza para renacer. El tiempo le daría la oportunidad para convertir esa inmundicia en un reino afable. Tomó la escopeta. Abrió la boca. Se tragó el cañón.
Publicado el 9 abril, 2011 en Escritura Creativa y etiquetado en Microcuentos, reencarnación, suicidio. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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